martes, 3 de mayo de 2011

¿MATARON A OSAMA BIN LADEN?

“América puede hacer lo que se proponga. Esa es la historia de nuestro país. Somos una nación, bajo Dios, indivisible con libertad y justicia para todos”, este fue el mensaje fundamentalista del presidente Barack Obama, al anunciar que Osama Bin Laden había sido asesinado por tropas estadounidenses, que actuaron sin previa autorización del gobierno de Pakistán, el país donde realizaron su operación ilegal.


La sigilosa operación, que demandó movilizar helicópteros y tropas, se realizó en la localidad de Abbottabad, a unos 50 km de la capital paquistaní, según explicó el presidente Obama y precisó que había durado 40 minutos y que murieron otras cuatro personas, dos correos de Bin Laden y un hijo del líder fundamentalista.


Obama también había dicho que sus tropas tenían el cadáver, que según los informes registraba un balazo en la cabeza-tiro de gracia- y además se había detenido a dos mujeres y algunos de sus hijos, que por supuesto nadie sabrá donde están, como los detenidos-desaparecidos en Guantánamo o en cualquiera de sus cárceles secretas, que conforman una de las mayores violaciones a los derechos humanos.


Pero esta “mañana medios estadounidenses anunciaron que el cadáver de Bin Laden “fue arrojado al mar, señalando que "la Operación llevada a cabo por un comando especializado, fue planeada y realizada en el más alto secreto y el gobierno paquistaní no fue informado hasta después de que tuviera lugar” (Télam 3 de mayo 2011 y otras agencias).


“El cuerpo del jefe de Al Qaida fue sacado de la residencia en helicóptero y sepultado luego en alta mar, siguiendo los ritos musulmanes, informaron fuentes oficiales estadounidenses”, en un final especial de novela negra.


Las “cuidadosas” tropas de Estados Unidos, especializadas en todo tipo de torturas, que en su momento Bush justificó públicamente, han “sepultado” en el mar a Bin Laden cumpliendo nada menos que un “rito” musulmán. Cualquier simple inspector de policía sospecharía de este final.


El atropello de la legislación internacional en Pakistán es más que evidente y responde a aquel anuncio apocalíptico de George W,Bush en 2001 donde declaraba al mundo unilateralmente la “guerra preventiva, sin final y sin fronteras”, anulando en su perspectiva –que hoy rescata Obama- la soberanía de todos los países del mundo.


Se dijo que Bin Laden resistió el ataque durante una hora antes de ser abatido por las fuerzas de elite estadounidenses y al respecto y según informó la cadena CNN, la “misión del comando era la de matar al líder de Al Qaeda y no la de apresarle”(Télam 2-5-11).


Por su parte la Comisión Europea (CE) consideró que su posición “favorable” a la muerte de Osama Bin Laden por las fuerzas estadounidenses “no contradice los valores y principios de la Unión Europea (UE), que aboga por la libertad, la democracia y el fin de la pena de muerte a escala mundial”.


Y continúa “no es la ejecución de una sentencia a muerte. Seguiremos estando en contra de la pena de muerte en el futuro", como declaró la portavoz comunitaria, Pia Ahrenkelde, al ser interrogada al respecto en rueda de prensa, según un cable de la agencia mexicana Notimex (2-5-11).


Pero por supuesto, alineada casi podría decirse colonizadamente con Washington, la CE remataba que "sin duda, su muerte está dentro del contexto de los esfuerzos globales para erradicar el terrorismo" y su vocera consideró que esto "hace que el mundo en el que vivimos sea más seguro aunque no implica el fin del terrorismo”.


Se le olvidó mencionar también que en otro lugar llamado Libia, se había matado a un hijo y a los nietos de un gobernante y a centenares de personas, mediante bombardeos absolutamente ilegales, porque la misión de la ONU, también ilegal porque se tomó sin esperar los informes de situación y sin analizar la presencia de extranjeros en territorio libio, era “la exclusión aérea” para evitar bombardeos que dañaran a la población civil.


Me atrevería a asegurar que nadie sabe a ciencia cierta que el cadáver con un disparo en la cabeza que deforma los rasgos hasta puntos irreconocibles sea el de Bin Laden. Y si lo arrojaron al mar será imposible saberlo.


Como nos han mentido en forma constante, incluso con la verdadera génesis del derrumbe de las Torres Gemelas en septiembre de 2001, tenemos todo el derecho a ponerlo en duda aunque Washington diga que el ADN certificó que es Bin Laden.


Se mintió descaradamente para invadir y ocupar Irak, se mintió de la misma manera sobre la supuesta gran rebelión popular contra Muammar El Khadafi en Libia, ya que luego por propia confesión de Obama y de acuerdo a The New York Times, agentes de la CIA fueron desplegados a fines de 2010 en Libia “para contactar a los (presuntos) rebeldes y guiar los ataques de la coalición” (30-3-11).


De acuerdo al periódico “los miembros de la central de inteligencia estadounidense habrían sido desplegados desde hace varias semanas “en pequeños grupos” en tierras libias, con la misión de establecer “contacto” con los rebeldes y determinar “blancos” de las operaciones militares. “Decenas de miembros de las fuerzas especiales británicas y de agentes de espionaje MI6 trabajan en Libia”, dice el periódico, recogiendo información sobre las posiciones y movimientos de las fuerzas leales a Gaddafi”.


Añade que “los empleados de la CIA son un número no conocido de funcionarios estadounidenses del servicio secreto que ya trabajaban en Trípoli o llegaron recientemente” cita un artículo de Patria Grande tomando la fuente de The New York Times ( Socialista@yahoogroups.com, 3 de marzo de 2011).


La novela negra de la “guerra antiterrorista” cuyo mando está en las manos de los mayores terroristas que conozca la humanidad, sin frenos, sin respeto a ninguno de los derechos establecidos, que acabaron con la credibilidad que alguna vez tuvieron las Naciones Unidas, a la vez que perpetraron con argumentos falsos el primer genocidio del Siglo XXI-más de un millón de muertos en condiciones atroces en Irak y Afganistán que nadie juzga- sigue creciendo cada día.


Nunca tan similar esta doctrina del imperio a las “fronteras seguras” por medio de las cuáles Adolfo Hitler amenazaba a una buena parte del mundo, desconociendo soberanías y derechos internacionales.


Nuevamente estamos ante una enorme operación publicitaria de Washington en la que Estados Unidos intenta lograr que la atención pública se despegue de su brutal y reciente operación en Libia, matando niños.


Para esto nada mejor que una puesta en escena, similar a las que lograba Hitler en pleno auge del nazismo, cuando convocaba al pueblo alemán, sometido a la siniestra desinformación, planeada como un arma de dominación y paralización de esa población, por Joseph Goebbels, hoy multiplicado por miles y miles de sus imitadores que lo han superado largamente de la mano de la dictadura global de la desinformación.


Por supuesto en el anuncio con bombos y platillos de que finalmente después de 10 años mataron a Bin Laden, no recordaron que este había sido- y nadie sabe si seguía siéndolo- un hombre ligado a la CIA, quien bajo ese comando creó a los llamados “talibanes” de Al Qaeda, para combatir con guerrillas apoyadas por Estados Unidos a los soviéticos en Afganistán, en tiempos de la Guerra Fría.


Bin Laden y su familia fueron socios de grandes negocios de la familia Bush, y esta historia fue magníficamente contada por el cineasta estadounidense Michael Moore.


La incógnita sobre la verdad de estos hechos nos acompañará siempre o algún tiempo, el suficiente como para que ya sea un hecho consumado la invasión de todos los países que decida ocupar el imperio bajo el mandato de que “América puede hacer lo que se proponga” aunque sea acabar con la humanidad.



Calloni, Stella. “¿Mataron a Osama Bin Laden?” en La Jornada, México, 3 de mayo de 2011, http://www.jornada.unam.mx/2011/05/03/index.php?section

martes, 26 de abril de 2011

CAMBIAR A LOS MEXICANOS POR DENTRO

Cada una de las reflexiones que podemos hacer sobre la realidad mexicana desemboca, de marea inexorable, en los callejones sin salida de los grandes problemas nacionales. Ahí está el debate sobre la pobreza, por ejemplo, recordado ayer por Héctor Aguilar Camín en su columna: los programas sociales de papá Gobierno, tan necesarísimos como son, no pueden acabar con la miseria de millones de mexicanos. Sin duda, su naturaleza asistencial no propicia soluciones de fondo. Lo mismo puede decirse, en lo que toca a las limitaciones de las políticas públicas, de otros temas como la educación, la seguridad, la salud y el empleo. El peso de las usanzas, los vicios, las costumbres y las prácticas heredadas es colosal.


Podemos atribuir la persistente existencia de la desigualdad al diseño de un sistema “neoliberal” —gestionado por los ricos y los poderosos— que se desentiende de los pobres. El problema es cuando vas al encuentro, justamente, de un individuo marcado, desde la cuna, por las durezas de la miseria. ¿Quién es? ¿Cómo es? Y, una vez entendidas estas cuestiones, si es que te quedan meridianamente claras, te puedes plantear la gran pregunta que, por cierto, no sería ¿qué podemos hacer por él?, sino ¿qué puede hacer él mismo?


No quiero parecer uno de esos merolicos del optimismo y la autopromoción que intentan responsabilizarnos a todos y cada uno de nosotros de nuestros destinos como si esto, lo de abrirse camino en la vida, fuera un mero asunto de tener entusiasmo, fuerza de voluntad y arrestos. Después de todo, hay gente que no tiene armas para luchar porque nunca le han dado oportunidades de tenerlas. Y, precisamente, muchos pobres no tienen ni la energía ni la educación ni la visión para hacerse cargo de ellos mismos (lo que, dicho sea de paso, es pretexto para el ejercicio de oscuros paternalismos y manipulaciones). No podemos, sin embargo, dejar de reconocer la realidad de que estos individuos ya tienen una tremenda desventaja. ¿Cómo los ayudas? O, dicho en otras palabras y de manera más cruda, ¿cómo los cambias?



Revueltas Retes, Román. “Cambiar a los mexicanos por dentro” en Milenio, 13 de abril de 2011, consultado el 24 de abril de 2011, http://impreso.milenio.com

martes, 12 de abril de 2011

VALORES ¿EN LA SEP?

Nadie como Javier Sicilia ha criticado tan severamente a los políticos y a los criminales de este país; en su carta abierta señala: “Estamos hasta la madre de ustedes, políticos (y cuando digo políticos no me refiero a ninguno en particular, sino a una buena parte de ustedes…), porque sólo tienen imaginación para la violencia, para las armas, para el insulto y, con ello, un profundo desprecio por la educación, la cultura y las oportunidades de trabajo honrado y bueno (…) De ustedes, criminales, estamos hasta la madre, de su violencia, de su pérdida de honorabilidad, de su crueldad, de su sinsentido. Antiguamente ustedes tenían códigos de honor. No eran tan crueles en sus ajustes de cuentas y no tocaban ni a los ciudadanos ni a sus familias. Ahora ya no distinguen. Su violencia ya no puede ser nombrada porque ni siquiera, como el dolor y el sufrimiento que provocan, tiene un nombre y un sentido. Han perdido incluso la dignidad para matar.”

El poeta relaciona la violencia con la falta de oportunidades educativas, entre otras cosas. Porque es muy lamentable que el desprecio por la educación haya llegado a excluir a la mitad de nuestros jóvenes (al cumplir los 15 años) y que ampliar la matrícula educativa no sea prioridad en el presupuesto. Tampoco lo son otras cosas elementales, como llevar agua potable a las escuelas (20 por ciento de las escuelas no cuentan con el preciado líquido), reparar el mobiliario escolar (16.7 por ciento de las bancas están deterioradas) o la higiene en los baños (29.6 por ciento).

Las prioridades de la SEP son otras: celebrar ostentosamente el bicentenario de la Independencia, regular engañosamente la distribución de alimentos chatarra en las escuelas, promover las telenovelas como recurso educativo o conmemorar con reuniones internacionales los 90 años de la SEP. Esta semana se realizó el Encuentro Educación y Valores para la Convivencia del Siglo XXI. Me parece oportuno analizar ¿cómo puede la escuela contribuir a la convivencia y reducir la violencia? El secretario de Educación no está de acuerdo con el poeta y periodista que perdió a su hijo; por el contrario, Alonso Lujambio rechazó que la pobreza conduzca a algunos grupos sociales a asociarse con el crimen organizado, pues “se trata de una decisión “moral” basada en condiciones de libertad: nosotros queremos que los jóvenes rechacen esas opciones”. Yo comparto con Sicilia, y me pesa mucho, que la pobreza sea un factor crucial ligado a la violencia. Ciertamente no es el único, así que también comparto con Lujambio la necesidad de formar valores de convivencia y ejercicio de la libertad en la escuela.

Pero el discurso del Secretario pasó a convertirse en un peligroso síntoma de simulación, cuando invita a Álvaro Uribe, nada menos que ex presidente de Colombia, para dar una conferencia magistral. ¿Acaso es el modelo a seguir de Lujambio? Espero que no, porque se trata de un presidente colocado por las fuerzas paramilitares y por los narcos de ese país, quien autorizó la instalación de bases militares de Estados Unidos en su territorio, quien además está acusado de múltiples asesinatos de jóvenes. Fue un mandatario que consideraba más peligrosas las drogas que las armas, que valoraba como inaceptable legalizar las drogas pero no regular el armamentismo, quien no hablaba de la pobreza ni de la falta de oportunidades como disparadores de la delincuencia. Uribe advirtió que si en las familias falla la formación de valores seguirá creciendo el crimen organizado y propone que ante la violencia, es la familia la institución que puede hacer el cambio, posición que compartió Margarita Zavala, participante de su mesa. Yo me pregunto, ¿cómo cambiar a las familias de los criminales?, ¿cómo podrán formar nuevos valores quienes han reclutado a los sicarios? Esos que, en palabras de Sicilia, han perdido la dignidad para matar. ¿Es en ellos en quienes quieren fincar la superación de la violencia?

En estos días salimos a tomar las calles muchos que, afortunadamente, no hemos tenido que ver el cuerpo destrozado de nuestro hijo. Algunas consignas de los jóvenes: “Violencia con violencia, también es delincuencia”, “No más sangre porque los estudiantes seremos trabajadores”, “La guerra de Calderón es el holocausto de los jóvenes”, “Fuera Calderón”, “Los asesinos están en Los Pinos... y en el Senado, y en la cancillería”, “Por nuestros hijos, por nuestros cuerpos”, “Estamos hasta la madre: Túnez, Egipto, Yemen y… México”, “Regulemos las drogas, Prohibición=Guerra”. Fuimos llamados por Javier Sicilia para intentar devolverle la dignidad a la nación, él nos sacó por un momento del shock, de la paralización sicológica en que nos encontramos todos después de más de 40 mil muertes. Como diría Noami Klein (The shock doctrine: the rise of disaster capitalism, Knopf, Canadá, 2007), la guerra del Estado contra el narcotráfico ha llevado a conmocionarnos y a doblegarnos, a colocarnos en un estado de shock ideal para ablandarnos, para que nos puedan imponer políticas y alistarnos, antes de que recobremos el equilibrio.


Rodríguez, Gabriela. “Valores ¿en la SEP?" en La Jornada, viernes 8 de abril de 2011, consultado el 12 de abril de 2011, http://www.jornada.unam.mx/2011/04/08

martes, 5 de abril de 2011

LA PARADOJA DE LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

La semana pasada, la Universidad Iberoamericana convocó a distintos especialistas a discutir el tema de la libertad de expresión en nuestro país. Fue un ejercicio interesante porque no partía ni del deber ser, ni de los manuales académicos, sino de una amplia encuesta que refleja de manera muy precisa la forma en que los mexicanos nos relacionamos con la libertad de expresión.

Un porcentaje considerable de compatriotas aprecia el ejercicio de la libertad para criticar al gobierno (38%), pero un porcentaje nada despreciable considera que al gobierno sólo se le debe criticar en determinadas circunstancias (35%) y otro más que de manera directa considera que al gobierno no se le debe criticar (¡23%!). Vaya usted a saber cuáles son las circunstancias que cada cual considera apropiadas para ejercer esta crítica. Y qué motiva a ese grupo al que le parece que no se debería criticar al gobierno y a otras instituciones, como el ejército, en ninguna circunstancia. Es importante detenernos en este punto y preguntarnos por qué un segmento tan amplio tiene esta especie de lealtad con el gobierno como para asumir como propio el paradigma de la crítica cero. Se me ocurren muchas hipótesis para explicar esto, pero compartiré con usted, amable lector, sólo dos.

La primera es que en nuestro país existe todavía un porcentaje importante de personas que consideran que su vida depende en gran medida de lo que haga o deje de hacer el gobierno. Para muchos mexicanos, la acción gubernamental puede ser la fuente de beneficios tangibles o simbólicos que van desde una despensa hasta le pago de una pensión. Para estos ciudadanos el gobierno, más que una instancia que administra y genera bienes públicos, es una fuente potencial para capturar rentas. Es comprensible, por tanto, que más que gobernados se sientan en mayor o menor medida socios del gobierno y por tanto propendan a recibir negativamente las críticas que se formulan al mismo. En los tres partidos políticos grandes existe un segmento de militantes que comulga con estos valores. Una segunda hipótesis que me parece más cercana a la realidad es aquella que algunos autores (Andsanger, Wyatt y Martin) sugieren que en sociedades como la mexicana la libertad de expresión tiende a desarrollarse de manera segmentada. Dicho de otra manera, la libertad de expresión y la crítica la gobierno o a otras instancias es valorada si coincide con sus percepciones y preferencias. En cambio, ese mismo aprecio por la libertad cambia si se formulan críticas a instituciones o incluso corrientes ideológicas con las que uno simpatiza. Si llevamos al extremo el argumento podríamos decir que el lema de ese grupo de ciudadanos es: “que la libertad está muy bien mientras se use para decir aquello que confirma mis creencias o mis preferencias.”

Esta relativización de la libertad claramente reflejada en la encuesta aludida nos permite ubicar un segmento importante del electorado priísta que se dice muy respetuoso de la libertad, siempre y cuando ésta se ejerza sin tocar determinadas figuras o instituciones. Pero nuestra derecha y nuestra izquierda cargan también en sus genes con importantes dosis de cultura autoritaria que convive perfectamente con esta relativización de la libertad de expresión. Así, por ejemplo, la derecha cimarrona aprecia mucho que se critique al populismo de izquierda e incluso las a las universidades públicas, pero se alarma cada vez que la libertad es usada por grupos como los homosexuales que piden que se les reconozca sus derechos. Se ha escuchado expresiones como. “La libertad de expresión está muy bien pero ¿por qué se le tiene que estar dando voz a los homosexuales?”. La izquierda tiene también una larga tradición de servilismo ante el poderoso y de estigmatizar a sus críticos como vendidos o poleas de transmisión de oscuros intereses. Esta visión restrictiva de la libertad explica por qué estos grupos ven la realidad a través del prisma ideológico. Y ese prisma no sólo nos ofrece diferencia de matices, sino cromáticas y en muchos casos nos lleva a no ver la realidad misma.

Algo de esto se ha visto en algunas de las críticas al Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia, que parecen más motivadas por las personas y las instituciones que lo firmaron que por el contenido mismo del acuerdo y sobre todo por la posibilidad de exigirnos a todos los firmantes que cumplamos con lo convenido. No puede ser que exijamos determinadas cosas y cuando las hacen (con quienes no simpatizamos) entonces critiquemos esas mismas cosas. En consecuencia, queda claro que la libertad de expresión y los méritos estarán siempre del lado de quienes simpatizo y nunca de los de enfrente. Pero como dijo Arafat, la paz no se hace con los amigos sino con los enemigos. Los grandes compromisos que cambian un país se dan cuando diferentes sensibilidades y líneas editoriales convienen que es prudente seguir nuevas pautas para la cobertura de los temas relacionados con la inseguridad pública.

Curzio, Leonardo. “La paradoja de la libertad de expresión” en El Universal, 4 de abril de 2011, consultado el 5 de abril de 2011, http://www.eluniversal.com.mx

martes, 29 de marzo de 2011

LA VIOLENCIA DE LOS MEDIOS

Con frecuencia, en la redacción de alguna noticia, el espectador se encuentra con huecos informativos frente a los cuales los reporteros o comentaristas no parecen inmutarse, a pesar de dar por buenas visiones que más pertenecen al imaginario popular que al dato duro. Esto, en el mejor de los casos: mención aparte merecen las parcialidades, omisiones y panfletos malogrados que una buena parte de nuestra prensa justifica llamándoles “periodismo comprometido”, donde poco importa si lo que se dice es comprobable o no, cierto o no, mientras el material se entregue con una indignación más posada que un billete de 25 pesos.

En el fondo lo que subyace es una absoluta falta de respeto a la inteligencia del espectador: el equivalente a decirle que, como no tiene juicio crítico, desde la atalaya de un podio se le dirá qué pensar, en qué creer y cómo dividir al mundo entre buenos y malos. El problema aquí es que el centro de la noticia deja de ser la realidad, presentándose en su lugar el periodista como un superstar que, al narrarla a su modo, la reinventa; sobra decir que, como hay gente para todo, éstos tienen su público, uno que devora con ansiedad cualquier complot alimentado por los lamentos de los siempre víctimas.

Por lo mismo, veo con recelo cualquier intento, bien o malintencionado, de “moderar” la realidad: me parece que, al final, debe ser el espectador quien juzgue cuál producto es bueno y cuál no. Sin embargo, no encuentro mayor problema en el llamado a discutir parámetros periodísticos que varios grupos de medios, incluido éste, han hecho, y llamarle al pacto —uno más entre una larga lista anterior de pactos, todos hasta ahora infructuosos quizá porque su intención ha sido más mercadotécnica que otra cosa— un conato de censura me parece un despropósito, uno más encaminado a colocar sus propias teorías conspiratorias en la agenda que a levantar dudas genuinas sobre la efectividad o la pertinencia del acuerdo y del ejercicio periodístico en tiempos del narco.

¿Que no es o que sí es deseable la sangre y la violencia en los medios? Si eso refleja fielmente a la realidad del país, no veo por qué no. Pero si la postura, a favor o en contra, es sólo una herramienta para vender desde notas hasta proyectos políticos, entonces no importa cuánta sangre pongamos o dejemos de poner, flaco servicio le estaremos haciendo al periodismo y al ciudadano común.



Garza, Roberta. “La violencia de los medios” en Milenio, México, martes 29 de marzo de 2011, consultado el 29 de marzo de 2011, http://impreso.milenio.com

martes, 22 de marzo de 2011

LAS FUKUSHIMAS POTENCIALES QUE DEBEMOS DESCARTAR

La Segunda Guerra Mundial se cerró con una matanza nuclear en Hiroshima y Nagasaki, supuestamente para acabar con todas las guerras e inaugurar un mundo de paz, después del intervalo de barbarie nazi-fascista. Pero el régimen nazi era hijo de las grandes empresas y de los monopolios alemanes aliados con los monopolios extranjeros y resultado del liberalismo y la otra expresión de éste –el imperialismo “democrático”– se vio de inmediato envuelto en el inútil intento de mantener por la guerra la barbarie colonialista. Eso originó las matanzas en Argelia, Túnez, Marruecos, Madagascar poco después de terminada la guerra mundial, la guerra de Indochina, la de Corea, las guerras provocadas por Inglaterra entre la India y Pakistán, la guerra contra la rebelión independentista argelina, las sucesivas guerras de conquista israelíes contra el mundo árabe, la guerra del Irak de Saddam Hussein, apoyado y alentado por Estados Unidos, contra la revolución iraní, los genocidios en el Congo y en Burundi apoyados por las potencias colonialistas y por Washington, la guerra de las Malvinas y las guerras de Afganistán y de Irak, sin contar las guerras menores, la guerra continua contra Cuba y las guerras de las dictaduras contra sus pueblos respectivos, como en Centroamérica, Chile, Argentina, Colombia.

El reinado prometido de la paz perpetua que ofrecía el capitalismo, en estos 65 años ha sido impuesto por la espantosa eliminación nuclear de Hiroshima y Nagasaki, ha estado marcado por continuas matanzas y agresiones imperialistas y se está cerrando con una nueva guerra colonialista e imperialista en África que es prolegómeno de conflictos aún más graves, y con un tremendo desastre nuclear nuevamente en Japón y con radiaciones de mucho mayor magnitud que las bombas A de 1945.

El capitalismo liberal y neoliberal es sinónimo de guerra y de destrucción del ambiente y de la sociedad pues utiliza la ciencia y la tecnología no al servicio de las necesidades de la humanidad y del bienestar general sino de la obtención de ganancias para los monopolios mediante un aumento continuo de la productividad.

La ciencia y la tecnología son hoy siervas del capital y el resultado son las gripes porcinas, las vacas locas, la gripe aviar, las fumigaciones aéreas sobre la soya que envenenan campos, ríos, enteras poblaciones. Las tecnologías inventadas para la guerra, como las utilizadas en la de Vietnam, son usadas hoy para la guerra contra el ambiente por el complejo militar-industrial-informático, que construye un mundo de pesadilla y lo presenta además como natural y como el único racional y posible.

Como dice el ecologista brasileño Carlos Walter, el mito de la dominación de la naturaleza es imposible, porque ésta se “rebela” y no se deja imponer las leyes y voluntades que los capitalistas imponen a sus científicos y técnicos. Japón, como California, está sobre grandes fallas y en los puntos de roce y choque entre las placas submarinas en movimiento. Sin embargo, Japón tiene 55 plantas atómicas y California, las de Diablo Canyon y San Onofre, que tienen más de 30 años. La confianza ciega en la tecnología y la fe anticientífica en la omnipotencia del saber humano, que puede construir edificios antisísmicos pero no dominarlo todo, llevaron al desastre de Fukushima porque las autoridades excluyeron un sismo de magnitud 8.9, desoyeron desde 2008 a la Organización Internacional de la Energía Atómica que recomendó el cierre de la central porque no podría resistir un sismo superior a 7 grados Richter y, además, desconocieron la posibilidad de que un tsunami pudiese ser tan grande y tan devastador. En Italia, otro país de terremotos constantes, a pesar de que en los años 90 tres referendos rechazaron la industria nuclear y de la experiencia de Fukushima, el gobierno de Berlusconi sigue por su parte con sus planes de construir una usina atómica en Umbria. La factura de la importación cada vez más cara de petróleo hace en efecto que los gobiernos se alíen con los empresarios de la industria nuclear o, como China, aumenten continuamente la contaminación ambiental mediante la combustión masiva de carbón.

El problema central reside en que la ciencia y la tecnología están en las manos de irresponsables que piensan sólo en costos y ganancias. La dependencia de la ciencia y de la tecnología de las grandes empresas debe ser remplazada urgentemente por una dependencia directa pero de la democracia a nivel local, regional, mundial. O sea, por una discusión sobre las opciones energéticas, científicas, tecnológicas que sea previa a la adopción de las mismas y en la que los técnicos, los científicos y la academia informen a la población para que ésta pueda decidir conscientemente qué hacer en su territorio, en vez de dejar que los capitalistas le cuelguen una espada de Damocles sobre la cabeza.

La población, no los empresarios soyeros, debe decidir qué se siembra, debe decidir si se sigue o no plantando granos para quemarlos como combustible, encareciendo así los alimentos y deforestando; debe decidir cómo se prepara desde ya la transición inevitable a otro modelo energético no dependiente de los combustibles fósiles ni de la peligrosísima industria nuclear. Debe decidir sobre la relación entre producción y ambiente del mismo modo que discute la asignación de los recursos presupuestarios. La supervivencia de la especie humana y de las demás especies, que está amenazada por la pesca sin límites, por la deforestación, por la contaminación, por las radiaciones, es algo demasiado grave como para dejarlo en manos de capitalistas que sólo piensan en el lucro o en “especialistas” inconscientes desde el punto de vista social y serviles ante las exigencias criminales de sus patrones. Hay que quitarle al capital la posibilidad de hacer guerra contra los pueblos y contra el ambiente.


Almeyra, Guillermo. “Las fukushimas potenciales que debemos descartar” en La Jornada, domingo 20 de marzo de 2011, consultado el 21 de marzo de 2011http://www.jornada.unam.mx

martes, 15 de marzo de 2011

EL MIEDO A LAS MATEMÁTICAS

México no está generando científicos suficientes para ponerse en un lugar siquiera modesto en la sociedad del conocimiento. Esto nos condena a seguir siendo dependientes de los avances de otros y consumidores pasivos de ciencia y tecnología. Mientras otras naciones saben ponerle valor agregado a sus productos, nosotros no contamos con los expertos para hacerlo, o los educamos para luego dejarlos florecer en otros países.

En el estudio “Prospectiva México Visión 2030” del Foro Consultivo Científico y Tecnológico se prevé que para 2015 México tendrá sólo 8% de jóvenes en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), pero para el año 2030 sólo serán 3% los jóvenes aspirantes a una carrera en investigación.

De los escasos jóvenes que se doctoran, nada más una tercera parte ingresa al SNI debido a que la mayoría de ellos no obtienen un trabajo en México que les permita continuar activos en el terreno de la investigación. Tampoco hay financiamientos suficientes hacia el sector, lo que desestimula que más estudiantes se dediquen a la ciencia de tiempo completo.

Pudiera pensarse que el problema se reduce exclusivamente a que no hay recursos para invertir en ciencia, pero esto sólo es un síntoma más de una crisis estructural, que se arrastra desde la base del sistema educativo en el que no se ha sabido inculcar entusiasmo en los estudiantes por las ciencias exactas.

Los alumnos mexicanos, en general, temen a las matemáticas, la física o la biología, prejuicios que arrastran por todo el ciclo escolar hasta llegar a la universidad, donde se aprecia una sobredemanda de carreras humanísticas, generadora de empleados orientados al sector de los servicios, con sueldos y empleos a la baja.

Este fin de semana, la directora del Instituto Politécnico Nacional (IPN) Yoloxóchitl Bustamante, dijo que es necesario un cambio en el IPN y en otras instituciones de educación superior, para que las matemáticas “sean un lenguaje que nuestros jóvenes busquen”.

Urge un andamiaje de docencia científica, en el que participen todas las instituciones educativas, públicas y privadas, más la industria que echa mano de la ciencia y la tecnología en sus procesos para cultivar una generación de jóvenes que desarrolle las investigaciones, los descubrimientos, los inventos y las patentes mexicanas del futuro. No invertir en esto sería suicidarnos como país y dejar que otros decidan por nosotros.

Editorial. “El miedo a las matemáticas” en El Universal, martes 15 de marzo de 2011, consultado el 15 de marzo de 2011, http://www.eluniversal.com.mx/

martes, 8 de marzo de 2011

MUJERES: AGRESIONES Y REZAGOS INACEPTABLES

A cien años de la primera celebración del Día Internacional de la Mujer, la realidad en México es que la inmensa mayoría de ellas sigue padeciendo los efectos de una cultura machista que minimiza a la mujer, que le regatea el acceso a la educación y al trabajo, que le ofrece menor retribución en trabajos iguales, que la convierte en mercancía sexual y en permanente sujeto de agresiones.

De los poco más de 112 millones de habitantes de México contabilizados por el Censo de Población y Vivienda 2010, más de 57 millones son mujeres. Por ellas, en esta fecha hay que reflexionar sobre lo que falta por hacer en materia de género en nuestro país.

Según el Censo, la participación de las mujeres en la economía nacional es de 33 por ciento, proporción que se reduce en las poblaciones más pequeñas: a 28.8 en las comunidades de menos de 15 mil habitantes, y a 17 en las de menos de 2 mil 500.

La violencia contra las mujeres es una constante en una sociedad cuya cultura sigue siendo discriminatoria y que otorga al hombre poder y privilegios de género. Cotidiana, y casi siempre silenciosa o acallada, la violencia intrafamiliar y social escapa a la estadística, pero hay esfuerzos que han logrado dimensionarla:

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Usuarios de los Servicios de Salud, 90 por ciento de las mujeres encuestadas dijo padecer agresión psicológica; física, 44; sexual, 32; y 21 por ciento los tres tipos de violencia.

En 2006 el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reveló que en 2005 se registraron 2 mil 159 fallecimientos de mujeres por violencia intrafamiliar. En ese año, el número de muertes causadas por el crimen organizado fue de mil 776. Las entidades con mayor violencia intrafamiliar son Oaxaca, Quintana Roo, Puebla, Tlaxcala y Distrito Federal.

Por su parte, el Instituto Nacional de las Mujeres reporta que cada 35 minutos recibe una llamada de denuncia por violencia doméstica.

Según la comisión especial para conocer y dar seguimiento a las investigaciones relacionadas con feminicidios en México, de 1999 a 2005 fueron asesinadas 6 mil mujeres en 10 estados del país. Alarmante la cifra, seguramente está por debajo de la real, pues dada las dificultades para registrar lo que ocurre, la cifra negra bien podría triplicar, al menos, este número. Cuando un país no es capaz de reducir sus cifras de violencia doméstica y social, éstas adquieren carácter de violencia institucionalizada.

De acuerdo con un estudio de la Cámara de Diputados, que corresponde a distintos periodos, que van de 2000 a 2005, en diversos estados se registraron altos índices de feminicidios, lo cual implica que este no es un fenómeno localizado o exclusivo, sino que tiene una alta presencia en varias entidades, entre los que destacan Baja California, Chiapas, Chihuahua, Distrito Federal, Estado de México, Guerrero, Morelos, Oaxaca, Sonora, y Veracruz.

Lamentablemente, la década 2001-2010 nos remite a agresiones y delitos que deberían estar superados: hay abusos de niñas, robo de infantes, trata de personas, discriminación, marginación, acoso sexual en centros de trabajo y lugares públicos, ataques verbales y físicos en escuelas; revictimización de mujeres violadas y maltratadas por parte de quienes debieran procurarles justicia, y prácticamente todas las formas de discriminación y abuso, a pesar de tratados internacionales y avances legislativos.

Bienvenidos los logros de mujeres que han podido hacerse de un lugar reconocido en la vida política, económica, cultural, social y empresarial del país. Muchas, muchísimas más, también son las que discreta y cotidianamente construyen desde su trabajo, fuera o dentro del hogar, el México generoso y productivo al que aspiramos.

No obstante, falta mucho por hacer para que todas las niñas tengan acceso a la educación, todas las mujeres cuenten con igualdad de derechos en los empleos, todas las mujeres sean amparadas por la justicia y todas gocen del derecho a la no discriminación.

Lamentablemente, el principio constitucional que establece que “el varón y la mujer son iguales ante la ley” sigue siendo una asignatura pendiente en nuestro país.


Farah, Mauricio. “Mujeres: agresiones y rezagos inaceptables” en Milenio, 8 de marzo de 2011, consultado el 8 de marzo de 2011, http://impreso.milenio.com

martes, 1 de marzo de 2011

2011 ES 1968

Existe un contexto que hace posible una proliferación de movilizaciones en el mundo a la manera en que la ola de rebeldía juvenil se expandió hace 43 años desde la Polonia comunista, la Francia republicana y el México autoritario. Tres son factores claves. El maltrato a los jóvenes, sujetos a las más altas tasas de desempleo, la violencia y una expectativa sumamente pesimista de progreso y movilidad social. Una insultante desigualdad entre un puñado de muy ricos y amplias masas en condiciones graves de pobreza. La revolución de las telecomunicaciones –tanto en televisión, cine y radio como en las redes sociales– que ha generado varias rupturas en términos de distancias geográficas, de tiempo real y de acceso a la información.

La interacción de estos tres factores es evidente. Jóvenes de todas partes del mundo descubren que su condición de falta de oportunidades existe lo mismo en países desarrollados que en vías de desarrollo, en regímenes autoritarios que en democráticos, en occidente que en oriente. Al mismo tiempo, observan a través de esos medios de comunicación la riqueza insultante de unos cuantos y su despliegue publicitario. Varios programas de televisión o revistas de sociales que ensalzan la vida dispendiosa son mejores catalizadores de rebeldías sociales que cualquier manifiesto comunista. El contexto político y cultural para las explosiones sociales es éste. Hay desde luego factores aceleradores, como la crisis financiera, el desempleo estructural, la aguda crisis de alimentos, la mediocridad y corrupción de las clases políticas. Pero, sobre todo, están presentes de manera relevante los itinerarios específicos de las resistencias populares en cada país, en cada sociedad.

No sólo las condiciones de miseria y de opresión explican las movilizaciones en Túnez y Egipto. Hay una gran cantidad de pequeños movimientos, actos de protesta, represiones en pequeña escala y muchas formas de agravio a los ciudadanos, particularmente los jóvenes. Dada la escala de esos acontecimientos, rara vez logran ser noticia en los medios tradicionales, sobre todo cuando existen restricciones a la liberta de expresión. Es imposible entender las presentes insurgencias sin ese mapa oculto –a los ojos de gobernantes y sus servicios de seguridad– que traza la ruta de los agravios y destacadamente del aprendizaje social de los pueblos para enfrentarse a sus opresores.

Así, por ejemplo, el Movimiento 6 de abril, un grupo de jóvenes clave en la revolución egipcia, surgió como consecuencia de una huelga textil hace algunos años. Ver en Youtube www.youtube.com/watch?v=QrNz0dZgqN8

Slim Amamou, blogero tunecino arrestado unos días y luego nombrado ministro de la juventud del gobierno provisional, señala que hacía años se venían preparando en la red.

Carlos Monsiváis decía que quienes se movilizaban habrían de vencer tres obstáculos: El de la apatía, que es la principal barrera entre el ciudadano que se siente agraviado pero que no está dispuesto a actuar contra esa situación. El miedo al ridículo, al qué dirán, y el miedo frente a las medidas que el régimen puede y ha tomado contra disidentes.

Se tiende a creer que los regímenes políticos son indestructibles. Las movilizaciones en gran escala diluyen esa creencia, pero el costo en vidas es alto –más de 300 muertes en la insurgencia egipcia.

Lo que ha ocurrido hasta hoy en Egipto y en Túnez ha sido un autogolpe militar en las alturas y una rebelión popular en la base. Las movilizaciones después de un triunfo político se multiplican en el ámbito de las demandas sociales y los interinatos se mueven lentamente hacia las reformas políticas. Aquí hay dos factores cruciales: la claridad estratégica del grupo dirigente para ceder y ampliar su base de apoyo, y la paciencia estratégica del liderazgo opositor para modular la presión social.

Gordillo, Gustavo. “2011 es 1968” en La Jornada, México, sábado 19 de febrero de 2011, consultada el 27 de febrero de 2011, http://www.jornada.unam.mx

martes, 22 de febrero de 2011

¿Y USTED QUÉ CREE?

¿Usted piensa que Kalimba realmente violó a la chica que lo acusa en Quintana Roo? ¿Le cree al cantante o a Daiana? ¿Y qué piensa de Florence Cassez? ¿Inocente o secuestradora? Seguro usted también tiene opinión sobre la niña Paulette. ¿Estuvo varios días atorada en el borde de la cama o la pusieron ahí después de muerta? ¿Y qué de la muerte de Mouriño? ¿Fue accidente o lo mataron los narcos, o alguna fuerza oscura que quería fastidiar al delfín del presidente Calderón? ¿Y de Diego? ¿Lo secuestraron o se inventó su secuestro para ser candidato a la Presidencia? ¿No habrá sido el propio gobierno el que lo secuestró? Y, desde luego, usted tiene una opinión sobre los supuestos problemas de alcoholismo del presidente Calderón. Y también debe tener su criterio sobre si el gobierno de Calderón protege al Chapo Guzmán e incluso sobre si el Presidente pidió o no la salida de Carmen Aristegui de MVS. No cabe duda que en eso de opinar los mexicanos nos pintamos solos.

Todos tenemos una opinión sobre algo. Y basta con que alguien esboce alguna explicación, por descabellada que sea, sobre un acontecimiento o sobre un personaje público, para que inmediatamente uno tome posición al respecto. Basta ver las opiniones en la red y los comentarios en los periódicos en internet. Los miles de opinantes, que se escudan siempre con nombres absurdos e imágenes chuscas, emiten las más descabelladas interpretaciones de la realidad en las que sobresale la ignorancia, aderezada con racismo, vulgaridad y machismo. ¿Realmente somos así los mexicanos? Lamentablemente estas opiniones coinciden muchas veces con las que uno escucha de manera directa en la calle, en los cafés, con los amigos. Siempre hay una explicación rebuscada, absurda y ofensiva de algún acontecimiento que en el mejor de los casos, expresa la inagotable imaginación de nuestra raza, y en el peor, una maquinación consciente con propósitos políticos.

Desde luego, más de alguno dirá que el pueblo es así en todas partes del mundo: poco informado y prejuicioso. Puede ser. Sin embargo, lo preocupante de nuestro país es que la “opinionitis” extrema no es sólo un mal que aqueja a las masas, también parece estar presente en muchos analistas y comunicadores. Y baste revisar la prensa escrita y electrónica. Las opiniones irresponsables abundan, quizás porque saben que eso es lo que busca una parte de la población. Así se construyen historias sobre la base de versiones de informantes protegidos o de rumores. Se condenan acciones de gobernantes de uno u otro signo sobre la base de la simpatía personal. Se emiten opiniones con el “argumento” de que no se han leído en la prensa análisis que digan lo contrario. Perdón, pero ¿es ésa una evidencia? Así, también se especula en medios “serios” si lo que ocurrió en Egipto puede pasar en México ¿Por qué? Pues nomás. Porque tal vez sea el deseo profundo de algunos analistas —y según se vio el sábado, de algunos políticos de izquierda— aunque poco tenga que ver con la realidad mexicana.

Todo el mundo tiene derecho a creer lo que quiera. Uno puede creer en el fondo de su corazón que Calderón tiene un chip en la cabeza a través el cual El Yunque, junto con la embajada estadounidense, le ordena qué hacer y decir. Y uno puede creer que Fernández Noroña es un extraterrestre y que Vicente Fox es un robot. En fin, uno puede estar seguro de que el mundo se acaba en diciembre del 2012 —qué lástima para Peña Nieto que sólo va a gobernar por tres semanas. Sin embargo, expresar cualquier opinión en público implica responsabilidad y el uso de argumentos. Lanzar acusaciones con base en simpatías o antipatías es poco ético, aunque ciertamente refleja una visión de la realidad que parece haber permeado toda la vida nacional. Tanto en tribunales como en medios cualquiera puede ser acusado de lo que sea y tiene que demostrar su inocencia. Quien acusa no prueba. Cualquier ciudadano —incluidas las figuras públicas— somos presuntos culpables, como lo sugiere la película con ese título que fue apenas estrenada. Si este país quiere ser serio, debemos ya dejar el deporte nacional de opinar sobre la base de amores y fobias y recurrir a evidencias. De esa forma, tal vez tendremos menos certezas, pero también un país más democrático.


Chabat, Jorge. "¿Y usted qué cree?" en El Universal, México, 14 de febrero de 2011, consultado el 22 de febrero de 2011,
http://www.eluniversal.com.mx/

martes, 15 de febrero de 2011

LOS TACHES DE LAS COLEGIATURAS DEDUCIBLES

En el condado de Greenwich, Connecticut, uno de los más ricos del mundo, a 35 minutos al norte de Manhattan, las familias de mayor poder adquisitivo pelean porque su casa se ubique dentro de ciertos distritos escolares de educación pública. ¿La razón? Las primarias públicas de la zona se encuentran entre las mejores de Estados Unidos. Los ricos entre los ricos prefieren la educación que provee el Estado.

En los países desarrollados la educación pública es la mejor de todas. Nadie lo disputa. Ir a una escuela privada llega a ser una excentricidad de los nuevos ricos.

En México la educación pública básica es mayoritariamente mediocre. Es tan mala que los hijos de los presidentes, secretarios, subsecretarios, directores y hasta jefes de departamento de la administración pública la evitan a toda costa. Es como ir a un restaurante cuyo chef prefiere comer enfrente, en lugar de degustar lo que produce su propia cocina.

Ayer el presidente Calderón anunció algo que a muchos pone felices, la deducibilidad fiscal de las colegiaturas hasta el límite equivalente al promedio del costo al Estado de la educación pública por alumno. Era un largo anhelo de la clase media alta. En teoría es una buena noticia, pero podemos identificar algunos taches:

El primero es que el Estado está claudicando explícitamente a la posibilidad futura de crear un sistema de educación básica competitivo, que dé la pelea a las escuelas privadas. En el futuro, de entre las familias que puedan pagar ¿quién va a querer inscribir a sus hijos a una escuela pública si además ahora puede deducir las colegiaturas?

El segundo es que el gobierno no le cobra la factura de la mala educación pública al sindicato de maestros de la señora Elba Esther. Por el contrario, ¡el Presidente dijo que el costo fiscal será absorbido con “ahorros”! ¿No había llegado la hora de decirle a la señora que el costo de lo malogrado lo tiene que pagar su sindicato?

El tercero es que la brecha social se ampliará. La sociedad mexicana, clasista como es, tendrá incentivos para pagar incluso una colegiatura más cara, acentuando las diferencias de percepción entre los chicos sobre lo que significa ir a una escuela pública y a una privada.


Mota, Carlos. “Los taches de las colegiaturas deducibles” en Milenio, México, martes 15 de febrero de 2011, consultado el 15 de febrero de 2011, http://impreso.milenio.com/

martes, 8 de febrero de 2011

LA CALLE

Las movilizaciones populares en los países árabes del norte de África y del Medio Oriente están teniendo también un impacto en América Latina, especialmente en países que como México tienen gobiernos que poco pueden envidiar a los de aquellas latitudes, en particular porque en el último mes los medios de la derecha han sostenido la tesis de que la calle” –es decir, las movilizaciones populares– constituye una vía para el cambio.

1. La insurgencia cívica en varias regiones del Magreb –que se inició en Túnez en la segunda mitad de diciembre de 2010, donde una verdadero levantamiento civil terminó con el gobierno del presidente Ben Alí el 14 de enero; prosiguieron en Egipto en los días siguientes, donde la revuelta popular exige la renuncia del presidente Hosni Mubarak, y hay signos de que las movilizaciones podrían extenderse a otros países– ha suscitado un frenesí en Washington, ya que el gobierno de Barack H. Obama está buscando montarse sobre el descontento popular existente en varios países del mundo árabe, curiosamente apoyados todos ellos por la Casa Blanca, con la intención de obtener un mayor control de sus recursos estratégicos, y en particular del petróleo.

2. El gobierno de Obama ha intensificado desde principios de año en los medios una campaña en la que busca sostener la tesis aberrante de que todos esos países tienen gobiernos inaceptables por sus rasgos islámicos y de que es necesario que “transiten” hacia la democracia, buscando ocultar que su pretensión está fundada no en el autoritarismo que marca a dichos regímenes sino en los rasgos nacionalistas que tienen y en los obstáculos que ponen a las grandes multinacionales en materia petrolera.

3. El intervencionismo estadunidense no ha tenido límites, pero lo que sorprende en verdad es la tesis sostenida desde entonces y que enunció en varias ocasiones Hillary Clinton, la secretaria de Estado, asentando que por los rasgos autoritarios de dichos regímenes, “el cambio está en la calle”.

4. La afirmación es sorprendente pues podría aplicarse a otros países, y en particular a México, donde las elecciones constitucionales no están siendo ya la vía para conducir al cambio porque los retrocesos que se han producido en materia institucional son tales que obstaculizan por todos los medios los procesos electorales y no parecen dejar a los mexicanos otra alternativa que la de “la calle”, como lo demuestran los hechos que tanto han desdeñado los miembros de la oligarquía en el poder.

5. El gobierno del PAN tiene hoy en día el control del órgano supuestamente autónomo encargado de organizar y vigilar los procesos electorales (el IFE); ha subordinado por completo a los intereses que representa el órgano jurisdiccional responsable de calificarlas (el tribunal electoral); las candidaturas ciudadanas no son permitidas; las campañas están marcadas por un derroche multimillonario que sólo favorece a los grandes intereses; los medios masivos, y en particular las televisoras, intervienen impunemente en los procesos electorales, buscando manipular a la gente, y el Ejecutivo, que es impune y puede utilizar ilegalmente los recursos públicos y orquestar cualquier fraude electoral, tiene además las manos metidas en varios partidos, incluyendo al PRD, que se constituyó en 1989 para ser una alternativa de izquierda y hoy se halla bajo el control de una clique de políticos corruptos de derecha subordinados a él, con la única finalidad precisamente de cerrarle la vía a una alternativa de izquierda, la que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

6. La televisión mexicana es extraordinaria en ese sentido al presentar lo que pasa en el mundo y en México, Televisa y Tv Azteca señalan –lo que es cierto– que paramilitares o halcones de Mubarak reprimen en la plaza Tahrir de El Cairo a los manifestantes, pero ocultan que en este país los paramilitares son los responsables de muchas de las peores matanzas de jóvenes y de migrantes de los últimos meses, que han hecho según la lógica de la derecha en el poder, por motivos “aleccionadores”. Destacan, siguiendo los lineamientos de información del Departamento de Estado, cualquiera de las manifestaciones actuales en el Magreb, pero aquí ocultan la mayor parte de las demostraciones de protesta, como hicieron con la marcha de decenas de miles de trabajadores del martes primero, dedicándose a calumniar a los electricistas y a su dirigente Martín Esparza, a los que denostan como “vándalos” cuando no hacen más que defender sus derechos ante las tropelías del gobierno calderonista. Como lo hizo Hillary Clinton al estallar el descontento en Túnez, sostienen que “el cambio democrático está en la calle” (pero tratándose del norte de África y Medio Oriente), porque en México tomar la calle, dicen, es “antidemocrático”, aunque aquí se hayan estado violando de manera sistemática los derechos constitucionales de un pueblo en los últimos años o se haya instaurado por la fuerza tras el fraude de 2006 un gobierno espurio.

7. Las movilizaciones públicas (manifestaciones, marchas, plantones) han sido sistemáticamente descalificadas por los gobernantes mexicanos y por los medios, que ahora encomian lo que acontece en Túnez y en Egipto, y alientan lo que se inicia en otros países árabes. Desde Gustavo Díaz Ordaz, que en 1968 calificó al movimiento estudiantil y popular como “una algarada sin importancia”, hasta los locutores de Milenio Televisión, que desde que salieron al aire no han dejado de descalificar las manifestaciones ciudadanas, hechas en ejercicio de derechos constitucionales, como “mitotes”, los voceros de la derecha mexicana han confiado para mantener sus privilegios en la fuerza material del Ejército para reprimir y en el poderío de radio y tv para ocultar la verdad, engañar y confundir, pretendiendo ignorar que todo tiene un límite y que “la calle” sí puede hacer caer un gobierno.

8. Los pueblos en general ignoran su fuerza porque han sido penetrados por la ideología de la derecha en el poder, que ha insistido a lo largo de las últimas décadas en que no hay más vía para el cambio que la electoral, por más que ésta no pueda ser alternativa en países no democráticos como México, donde las instituciones electorales y los partidos estén en manos de la derecha y en última instancia el gobierno puede orquestar impunemente todos los fraudes. Los acontecimientos del Magreb, alentados por Washington en su avidez de tener el petróleo de esos países sin tantas restricciones, pueden no obstante conducir también a un desastre para el modelo neoliberal. El gobierno de Israel le advirtió ya a Obama el día 2 que el proceso desencadenado podría desembocar en la llegada de un gobierno islámico a Egipto “parecido al de Irán” (en vez del pro israelita de Mubarak).

9. La demagogia del gobierno de Obama sobre “la calle”, y la forma en que ha estado el gobierno estadunidense montándose sobre el descontento y alentando las manifestaciones en el Islam con la intención de imponer en esos países gobiernos locales no menos represores pero sí más entreguistas, está ya siendo frenada pues corre el riesgo de volverse en contra de sus intereses, y es evidente que se busca, en Túnez como en Egipto, que las presiones y negociaciones a nivel cupular sustituyan a las movilizaciones a fin de que, una vez más, se le confisquen a esos pueblos sus derechos y lo único que se logre sea precisamente lo contrario de lo que ellos quieren, pero el escenario es crítico porque hay fuerzas políticas impredecibles, como el Islam y el ejército.

10. En México, en tanto, donde las instituciones del Estado han sido convertidas en los últimos 25 años por los tecnócratas priístas y los yuppies del PAN en un aparato de simulación al servicio de las trasnacionales, y los procesos electorales adquieren cada vez más los rasgos de una farsa, en la que al pueblo se le quiere dar el papel de comparsa porque, vote como vote, no le permiten cambiar nada, la calle, sin embargo, está adquiriendo una nueva dimensión, pues no se está dejando a los mexicanos otra alternativa que la de las movilizaciones.


Garrido, Luis Javier. “La calle” en La Jornada, México, 4 de febrero de 2011, consultado el 8 de febrero de 2011, http://www.jornada.unam.mx

martes, 1 de febrero de 2011

EN DEUDA CON LAS MUJERES

Con bombo y platillo, hace cuatro años entró en vigor la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia. El objetivo era que la Federación, entidades y municipios se coordinen para prevenir, atender, sancionar y eliminar la violencia de género. Todos debían compartir los mismos principios rectores para elaborar legislaciones locales y reglamentos, así como políticas públicas. Lamentablemente, a casi un lustro de distancia, el saldo es negativo.

El gobierno federal publicó con nueve meses de retraso el reglamento de la ley, y no ha elaborado el Banco Nacional de Datos e Información sobre Casos de Violencia contra las Mujeres, justo el instrumento que serviría de base para elaborar políticas públicas en esa materia. Tampoco ha puesto en marcha el Fondo Nacional para la Alerta de Género, aunque sí ha habido presupuesto tanto para ese fondo como para el inexistente banco de datos.

En los gobiernos estatales, apenas el año pasado se logró que todos tuvieran legislaciones en la materia. El problema es que Campeche, Coahuila, Guanajuato, Hidalgo, Durango, Sonora y Tamaulipas aún no elaboran los reglamentos correspondientes. Además, el Observatorio Nacional de Feminicidios ha denunciado que el tema ha sido una herramienta de denuncia política en vez de un incentivo para hallar una solución.

Por sí misma, la ley es ambiciosa. Estableció una amplia tipología de formas específicas de violencia de género, un listado de modelos de atención, prevención y sanción frente a agresiones familiares, laborales, incluso comunitarias. La norma define desde violencia física y económica hasta la sicológica y sexual. Por primera vez se incluye a la figura de violencia patrimonial.

El problema es que, por innovadora que sea una ley, no tendrá incidencia real alguna si las autoridades encargadas de aplicarla carecen de voluntad.

Quizá los gobiernos creen que no se trata de un tema urgente. Se equivocan. El INEGI, en sus estadísticas sobre mortalidad 2005-2009, reportó un incremento de feminicidios de 2.45 a 3.52 por cada 100 mil mujeres. Una de cada cuatro ha sufrido violencia física y/o sexual a manos de su pareja. El 82% de quienes han sido víctimas de violencia no denunció el crimen.

En poco más de un mes, el 8 de marzo, se conmemorará el Día Internacional de la Mujer. En vez de grandes discursos y lujosas ceremonias, se esperaría que Federación y gobiernos estatales ofrecieran un mejor saldo de la hasta ahora fracasada Ley General de Acceso a una Vida Libre de Violencia.


Editorial. “En deuda con las mujeres” en El Universal, 31 de enero de 2011, consultado el 1º. de febrero de 2011,
http://www.eluniversal.com.mx

martes, 25 de enero de 2011

MÉXICO, CIENTÍFICAMENTE ANALFABETA

El título de este artículo se debe a Antonio Peña, investigador emérito de la UNAM. Es una conclusión a la que llegó con base en diversos datos que serán presentados a continuación. Algunos de ellos han sido expuestos en este espacio y vale recordarlos. Otros son nuevos. De acuerdo con el informe titulado El estado de la ciencia (UNESCO, 2010), México es uno de los países que menos invierten en el rubro científico tecnológico. No sorprende, por tanto, que la producción científica nacional sea baja y la formación de investigadores escasa (El Economista, 16/I/11). En efecto, el presupuesto del gobierno mexicano destinado al desarrollo de la ciencia es de sólo 0.4 por ciento del PIB, aunque la Ley de Ciencia y Tecnología establece, desde 2006, que la inversión tiene que ser de 1 por ciento del PIB, lo que no se cumple. En comparación, Brasil y China e India invierten 1.1 y 1.4 por ciento respectivamente.

Por ello no es fortuito que en días pasados, con motivo del cuadragésimo aniversario del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el presidente Calderón afirmara que “ve cerca una política de Estado en ciencia y tecnología (MILENIO Diario, 15/I/11). Se desprende, de lo anterior, que esa política aún no se encuentra del todo estructurada, a pesar de que ella sea una de las claves para el desarrollo del país. Las palabras presidenciales quedan en intención y no se traducen en hechos. René Drucker, otro científico distinguido de la UNAM, sostiene que la ciencia se encuentra “abandonada” en México. Un país sin política científica, agrega, está condenado a fallecer. Drucker pone como ejemplo a Brasil, que el año pasado invirtió en el ramo de la ciencia y la tecnología alrededor de 34 mil millones de dólares (mdd), que aportaron el Estado y diversas instituciones privadas (Reforma, 16/I/11). Al comparar esta cifra con la que invierte México, puede desprenderse el abismo que nos separa del país sudamericano. Este año se invertirán en México tan sólo 4 mil mdd. El Conacyt dispondrá de 17 mil 500 millones de pesos, una cifra magra, cuyo destino principal será el otorgamientode becas para estudiar posgrados en el extranjero y financiar el Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Con base en lo anterior el compromiso gubernamental tiene que fortalecerse para promover las actividades científicas y tecnológicas: es prioritario. México es un país cuya base económica se encuentra en las exportaciones hacia el mercado estadunidense y el desempeño económico nacional depende de los vaivenes del país vecino. Brasil, en cambio, ha desarrollado una política de Estado que le permite ser uno de los grandes productores de la industria aeronáutica y sus avances en materia de hidrocarburos es sorprendente. Muchos de los aviones de las líneas aéreas mexicanas son fabricados en Brasil, por la empresa estatal Embraer que emplea a más de 17 mil técnicos y científicos. La preocupación de Drucker llega al punto de considerar “alarmante” el estado actual de la ciencia mexicana.

El Conacyt es una institución (establecida en 1971) cuyo objetivo fundamental ha sido impulsar la investigación. Sin duda que los logros, aunque escasos, que se han obtenido en los últimos 40 años tienen algo que ver con el establecimiento de ese consejo. Sin embargo, hay opiniones como la de Drucker que este organismo se ha vuelto inoperante: se ha burocratizado. El financiamiento de proyectos de investigación es lento y, con el tiempo, la tardanza se ha agravado. La convocatoria para proyectos en ciencia básica correspondientes a 2008 fueron dados a conocer 20 meses después, lo que sustenta el desgano del consejo.

Desde otro ángulo puede observarse el rezago mexicano en cuanto al tamaño de su planta de investigadores. De acuerdo con el informe de la UNESCO antes citado, del total de investigadores en el mundo, sólo 0.5 por ciento son mexicanos. Brasil y China contribuyen, cada uno, con 2 por ciento, esto es cuatro veces más que la cifra mexicana. China aporta 14 por ciento y Estados Unidos 20 por ciento. En otras palabras, si se suman los investigadores estadunidenses y chinos, ambos tienen uno de cada tres investigadores del mundo (Reforma, 16/I/11). Otro indicador preocupante es que de cada 100 doctorados que se forman en México, 14 abandonan el país. La explicación es sencilla: México no ofrece oportunidades a sus pocos profesionales de alto nivel, los que son aprovechados en otras latitudes, aunque hayan sido financiados con recursos nacionales.

Con fines comparativos, en Brasil salen sólo tres de cada 100 doctorados. Las áreas que privilegia este país son los biocombustibles, la energía eléctrica y el petróleo, entre otras áreas. Estos datos son los que explican por qué el liderazgo latinoamericano en términos de crecimiento económico y aumento en el bienestar social se encuentra en Brasil, cuya agenda de mediano plazo se encuentra bien definida.

Otro de los factores que están frenando el desarrollo científico mexicano y, en consecuencia, poniendo en riesgo la viabilidad del país es la violencia que se ha extendido con inusual rapidez en los últimos dos años. Si en ciencia y tecnología se dispondrán, en 2011, de 4 mil mdd, en seguridad se destinarán (los presupuestos sumados de las secretarías de la Defensa, Marina, PGR y Seguridad Pública federal) más de 103 mil millones de pesos (Diario Oficial, 7/XII/10, cuarta sección): casi seis veces más de lo que recibirá el Conacyt para las tareas que le son propias.

En suma, sin investigación científica no hay nación viable. En México se ha descuidado, de manera alarmante, este aspecto que es clave para el desarrollo. Es probable que el gobierno triunfe en la lucha contra la delincuencia. Pero es probable también que el costo sea el de un país fallido, por carecer de una base mínima científica y tecnológica.


Reyna, Jose Luis. “México, científicamente analfabeta” en Milenio, lunes 24 de enero de 2011, consultada el 25 de enero de 2011, http://milenio.com

martes, 18 de enero de 2011

LA PRISA

El reclamo nacional porque se termine el “baño de sangre” al que Felipe Calderón ha llevado a un país horrorizado cada vez más por la muerte de múltiples inocentes, está siendo respondido por el gobierno de la derecha con una absoluta intransigencia y la advertencia de que tiene prisa.

1. En el acto propagandístico Diálogos por la Seguridad, que organizó el gobierno de facto en el Campo Marte el miércoles 12, durante el cual tuvo que reconocer que como consecuencias de su supuesta “guerra contra el narco” hubo 15 mil 273 muertos en 2010, con un nerviosismo ya desenfrenado Felipe Calderón aseveró que tiene “prisa” en esta que presentó como su lucha personal, dando a entender que las políticas irracionales de violencia que ha auspiciado van a intensificarse en los próximos meses.

2. El mensaje es amenazador sobre todo porque se da en un contexto en el que el repudio a las políticas gubernamentales es generalizado y no evidencia más que la mafia en el poder quiere seguir anteponiendo sus intereses espurios a los derechos de los mexicanos. La prisa de Calderón no es nada más el temor fundado al hecho de que los panistas van a perder el poder en 2012 y no podrán seguir con sus políticas bárbaras, sino a que sus intereses privados fundamentales van a estar en riesgo. De ahí la prisa por desmantelar a la nación, aniquilar al Estado y despojar al pueblo de sus derechos sociales fundamentales.

3. La campaña “¡Basta de sangre!”, iniciativa del dibujante Eduardo del Río (Rius) y del periodista Julio Scherer García, anunciada el domingo 9 de enero, que han respaldado en diversos medios varios dibujantes –entre ellos Rogelio Naranjo, Antonio Helguera, José Hernández y Rafael Barajas, El Fisgón–, así como múltiples intelectuales, y a la que aludía La Jornada en su editorial del lunes 10, es un llamado a la civilidad y la legalidad para terminar con la barbarie que está colmando al país, pues como ahí se decía “la actual administración ya no está en condiciones en los dos años que le restan, de conseguir algo semejante a logros reales en materia de imposición del estado de derecho, como no sean acciones puramente mediáticas”.

4. La campaña es una convocatoria a la racionalidad, y sin embargo recibió en un primer momento una serie de críticas que evidencian la reticencia de la derecha mexicana a aceptar que el país requiere detener estas políticas desquiciadas. La pretendida “guerra de Calderón” contra el narco no fue nunca desde la perspectiva nacional más que un ardid de los panistas para legitimar su gobierno espurio y darle una pretendida autoridad a quien buscaba encabezarlo, no obstante que estaba siendo impulsada desde Washington para acelerar la descomposición de las instituciones mexicanas y tener una mayor injerencia en nuestro país a fin de controlar espacios estratégicos. Como en esta columna se ha señalado desde hace varios años, la ruptura a la legalidad en la que se sustentaba no podía conducir más que a la barbarie, pero ello no obsta para que se sigan argumentando todo género de falacias para tratar de seguir sobre la misma vía.

5. Una primera mentira consiste en sostener que los miles de muertos se deben atribuir a los cárteles y que son narcocrímenes, lo que es falso por completo. No, no son “las bandas delictivas” las que está “literalmente matándose”, como dijo Calderón en este acto, a menos que esté reconociendo que su gobierno es una “banda delictiva” y que tiene intereses en el narco. Los miles de muertos que se han producido en cada uno de los cuatro años de su desastroso gobierno no pueden atribuirse a los narcotraficantes pues son obra también tanto de las fuerzas militares y policiales como de los grupos paramilitares formados precisamente para perpetrar matanzas por el mismo gobierno, que quiere ahora culpar a los otros de sus propios crímenes. Las fuerzas oficiales han disparado contra los civiles por impericia y por error pero también con un totalitario afán aleccionador o por brutalidad gratuita e irracional, como se ve en múltiples denuncias presentadas ante la CNDH y organismos internacionales, sin descartar los casos en que lo han hecho con premeditación.

6. El caso de los migrantes centroamericanos es en particular grave pues el gobierno de Felipe Calderón auspició una política muy clara de terror y amedrentamiento en contra de ellos, buscando disuadirlos de ingresar al territorio nacional al alentar su extorsión por funcionarios de migración y su eliminación con los grupos paramilitares, que según se ha señalado creó el gobierno actual en absoluto desprecio del principio establecido en el artículo primero constitucional que establece que en los Estados Unidos Mexicanos “todo individuo gozará de las garantías que otorga esta Constitución”.

7. La aseveración de que poner un alto al irracional baño de sangre significaría “rendir la plaza”, como pretenden algunos, es no sólo perversa sino absurda. Luego de más de cuatro años de la supuesta “guerra” calderonista, los narcos mexicanos tienen su poder acrecentado, disponen de mayor capacidad armada, controlan más extensos territorios, como más poder en el aparato burocrático y financiero del régimen. La violencia del gobierno panista no sólo engendró más violencia sino que convirtió a los cárteles de organizaciones comerciales en organizaciones armadas y políticas más exitosas. Un gobierno cuya principal fuerza es la violencia armada es un gobierno sin futuro.

8. No extraña, por lo mismo, que en los actos del Campo Marte hayan estado siempre presentes para el simulado “diálogo” los representantes de las ONG de lujo uncidas al gobierno panista: la sociedad civil blanquiazul, que ni es civil ni es ciudadana, pues está financiada por el Estado ya que desde los años de Fox las ONG son como los partidos “entidades de interés público” y reciben un macrofinanciamiento público. La señora Wallace goza en la capital de todas las prerrogativas y actúa como agente policial, mientras que a Marisela Escobedo, que buscaba la detención del asesino de su hija, se le dejó morir acribillada el 16 de diciembre a las puertas del palacio de gobierno de Chihuahua.

9. La extrema derecha ha estado sufriendo severos reveses en distintas partes al revertírsele sus políticas como resultado de las nuevas formas de organización y de respuesta de la sociedad ante la corrupción del poder político. En Estados Unidos, la matanza de Tucson del 9 de enero dejó seis muertos y gravemente herida a la congresista demócrata Gabrielle Giffords, pero se revirtió contra el Partido Republicano y el Tea Party que durante meses alentaron la violencia contra los políticos reformistas y los migrantes con la pretensión de crispar la política de su país, pues abrieron un nuevo debate sobre las armas, los derechos de los indocumentados y la tolerancia. Y en México, las iniciativas de creciente violencia de Felipe Calderón, que él mismo bautizó en 2007 como “guerra contra el narco”, le han generado un repudio absoluto al PAN y al Yunque y han instaurado una más intensa discusión sobre la urgencia de terminar con el delirio calderonista.

10. El equipo de Felipe Calderón tendrá que responder algún día tanto política como judicialmente por sus políticas criminales, pero ahora al menos, en medio de la tragedia que vive México por la ambición y la estulticia de unos cuantos ultraderechistas, queda un saldo positivo por el hecho de que la sociedad civil ha encontrado nuevas formas de organización y de resistencia, de las cuales los múltiples casos de heroísmo civil quedan como ejemplo de la dignidad de un pueblo.

Garrido, Luis Javier. “La prisa” en La Jornada, viernes 14 de enero de 2011, consultada el 16 de enero de 2011, http://www.jornada.unam.mx